La identidad de un partido político se forja de ideas y prácticas. Y éstas se forjan en periodos históricos largos, especialmente cuando pretende cambiar la cultura política, ya que necesariamente lo hace sobre la cultura política existente. La identidad se decanta cuando se le presentan dilemas y escoge.
Errores en estas decisiones nos han hecho perder la identidad forjada en la Ola Verde.
Hoy por ello, nos enfrentamos a un falso dilema: identidad o supervivencia.
Por el contrario, es momento de afirmar la identidad y en ese sentido debemos recordar nuestro credo:
– No todo vale: consistencia entre lo que se dice y se hace
– Lucha contra el clientelismo y la corrupción
– Construir sobre lo construido
– Defensa de lo público
– Cultura ciudadana
– Independencia deliberativa
Siempre en los procesos de fusión se presenta el tema de crecer pero perder identidad.
Desde mayo hemos estado en ese proceso con Progresistas y Compromiso Ciudadano, después de intensas negociaciones y en el último momento, Compromiso Ciudadano decidió no participar, principalmente, por el apoyo a Gustavo Petro y por garantizar que todas las voces del Verde, Peñalosa, Lucho y Antanas, estuvieran presentes.
Hoy tenemos un acuerdo a negar o ratificar. Y se nos presentan unos dilemas que se nos quieren presentar como insalvables, pero yo me niego a tener que escoger:
– Me niego a que nuestra identidad nos la definan actores que quieren imponerse en lugar de pensar en el Partido y en el país.
– Me niego a que Enrique Peñalosa, quien introdujo a Álvaro Uribe al Partido, sea quien representa el futuro del Partido.
– Me niego a que tengamos que defender mecánicamente la Alcaldía de Gustavo Petro, un alcalde que propuso procesos de participación ciudadana, presupuestos y planeación participativa local y después definió unilateralmente en qué se deberían invertir esos presupuestos y con ello perder el sentido del ejercicio.
– Me niego a respaldar mecánicamente a alguien que en la definición unilateral del POT introdujo una inseguridad jurídica que puede llevar a una huida de inversionistas de Bogotá y el eventual aumento del desempleo, eso sí, luchando con la horrorífica herencia de corrupción de la Alcaldía de Samuel Moreno.
– Me niego a tratar de establecer como el problema central de la dinámica colombiana sea la lucha de clases, el conflicto de clases, en lugar de la lucha contra una clase política corrupta y clientelista, la cual impide que los gobiernos puedan implementar las soluciones a los problemas de los colombianos. En este modelo, practicado por el gobierno Santos, el Estado es capturado para beneficio de los políticos y su reproducción: nada más patético que la crisis agraria terminara en una puja por el control Conservador de la Caja Agraria, entre tradicionales caciques políticos como el Senador Gerlein. Un modelo de gobernabilidad del cual se nutre su singular glotonería Alfonso Prada, con su vocería espurea, a nombre del Partido Verde. Un modelo de gobernabilidad que Colombia podría enfrentar con la propuesta de un sistema electoral mixto.
Todas estas tensiones no nos abandonarán, y seguiremos como partido, luchando por mantener y reforzar nuestra identidad.
Por el momento, manteniendo la puerta abierta a Compromiso Ciudadano, debemos ratificar lo acordado: principios, programa, estatutos y estrategia política para poder aprender las lecciones de nuestra corta historia y no repetir los errores.
El Partido Verde tiene de nuevo la ocasión de ser el vehículo de conformación de una fuerza política independiente, que logre tocar en los colombianos el singular nervio de la Ola Verde.
¡Qué viva el Partido Verde!